Tejiendo las verdades
Cuando McLuhan acuñó el término
“aldea global” poco imaginaba que las comunicaciones entre sus vecinos llegarían
a ser tan personales y a la vez de tan largo alcance que actualmente no sólo sabemos
de informaciones provenientes de cualquier rincón del mundo en el segundo en el
que ocurren sino que en ese mismo segundo el resto del mundo puede saber lo que
opinamos al respecto.
Así, nos paseamos por la información
de que el video del cantante surcoreano Psy y su “Gangnam Style” llegó a la
cifra récord de 1.000 millones de reproducciones en Youtube, que acaban de
eliminar la restricción vehicular en Caracas para carga pesada o que la Harina
Pan anda esquiva estos días… Y con la
misma facilidad hablamos de eventos como la caída libre, desde la estratosfera,
del austríaco Felix
Baumgartner convirtiéndose en el primer humano en romper la
barrera del sonido, la titánica lucha de Lincoln, el decimosexto presidente de
Estados Unidos, para que aprobaran la decimotercera enmienda de la Constitución
que formalmente abolió la esclavitud en ese país y de una nueva conmemoración,
este 30 de enero, de la muerte de uno de los más insignes pacifistas de la
humanidad, Mahatma Ghandi, como si los hubiésemos presenciado en primera fila. Son
noticias, Cultura General, temas de conversación. En cualquier caso, la
información está allí para ser leída, consumida, compartida, analizada… Perdón,
¿dije analizada…?
Este
1 de enero, el periodista mejicano Sergio Sarmiento publicaba su artículo El mejor año, en el que decía que 2012 había
sido “el mejor año en la historia del mundo”. Resulta que, además del cambio
climático, la crisis económica y el desempleo, hay otros datos a considerar.
¿Sabías, por ejemplo, que la pobreza en el mundo bajó, que la esperanza de vida
en África alcanzó los 55 años (cuando hace una década era de 50) y que la
mayoría de los países de Latinoamérica ha tenido logros importantes en esta
última década? Posiblemente no. Esas no son “noticias”, no son hechos “que
vendan”, por lo que no se convierten en temas de conversación y pasan desapercibidos
para la mayoría.
Esta
vorágine informativa, de textos e imágenes, nos ha convertido en ávidos replicadores
de datos y hechos, pero pareciera que nos ha minimizado la capacidad reflexiva…
quizá porque para eso necesitamos tiempo, detenernos a pensar, a comparar, a
evaluar y no siempre lo hacemos o, peor aún, porque no sabemos para qué hacerlo.
La exposición, no siempre selectiva, a los mensajes, muchas veces termina
convirtiéndonos en simples receptores que actúan –si lo hacen- por acto reflejo
ante los estímulos. Y aún así, escasos de información, somos capaces de emitir
alguna opinión, muchas veces vehemente, sobre cualquier tema que nos toquen en
la oficina o reunión social.
El
punto es reconocer que toda verdad tiene dos caras, ¡y a veces más! Que no todo
lo que escuchamos o leemos es verdadero. Que no sólo no podemos quedarnos con una
primera versión o información de algún acontecimiento, sino que hay que
abandonar la zona de confort y asumir que tenemos que hacer el ejercicio de pensar
por nosotros mismos, hacer uso del contexto e historia personales, formación,
valores y principios, ética y moral, para construir una postura seria y
consciente sobre las distintas versiones de los hechos, de manera de actuar
coherentemente, respetando, además, a mi “vecino”. Es que hay que despertar a
la responsabilidad que nos asiste como lectores, oyentes o “consumidores” de
información. Cotejar, comparar, verificar, discutir y analizar dejó de ser
responsabilidad exclusiva de quienes generan y difunden contenido y el futuro,
tu futuro, el nuestro, depende de ello; no
se puede dejar para después, hay que actuar.
Deja que la información llueva sobre
ti, busca a tus “vecinos”, conoce sus historias, téjelas con las tuyas, acepta
sus diferencias, abre canales de comunicación, crea la convivencia posible que
te hará fluir por la vida. Y, mientras tanto, jamás olvides que cada día se
vive a plenitud. Que todos los acontecimientos, “buenos” y “malos” forman parte
de ella y que tu bienestar depende exclusivamente de con qué decides quedarte
al final del día.
Ah, por si acaso, coteja esta
información, puede que no sea cierta… ;)
ARTÍCULO PUBLICADO EN GUAYOYO EN LETRAS EN ENERO DE 2013
Isabel Lessmann E.
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